MISTERIOS de LUZ



Misterios de Luz

Primer Misterio de Luz:
Bautismo de Jesús en el Jordán.

MEDITACIÓN
20 Julio 2006

                  Estoy en adoración ante el Santísimo Sacramento, cuando, de improviso, veo junto a mí a la Virgen María y me habla al corazón:

                           “Estoy aquí para decirte,
                           con Jesús a quién llevo perenemente Conmigo,
                           que tú no abandonarás nunca la llamada del Esposo
                           aunque a veces te sientas dividida,
                           entre la atracción de tu vocación terrena
                           y al mismo tiempo, por Ésta en particular
                          a la que el Padre te ha llamado”.

                  La paz y la turbación se alternan en mi interior.  Rezo una Salve Regina…
                  Mientras la Inmaculada está todavía a mi derecha, siento, en mi oído izquierdo, una voz burlona: 
                  “Ja…! ¿No ves que esto no es posible, no ves que ésta te llevará a la ruina?  ¡Siempre te dice lo mismo! No es posible, te perderás detrás de ‘esta Señora’…  ¡Tú no eres como ella!  Tú tienes el pecado original.  Resígnate, no seas tonta.  Vive la realidad, vive según el pecado, que es tuyo.  No seas estúpida, abandónate a mí, a la felicidad que sólo yo te sé dar. Ella te engaña… pone en ti una falsa ilusión”
                  Pienso con todas mis fuerzas:
                  ¡Basta!  ¡En su nombre, apártate!
                  ¡Yo he recibido el Bautismo!  ¡Y con esto te basta!
                  Me invade una inmensa felicidad.

OREMOS
                  Oh María, Tú la Mujer purísima, concebida sin el pecado original, ayúdanos a vivir nuestro Bautismo en obediencia a Jesús, que se hizo ofrenda al sumergirse Él mismo en las aguas del Jordán; al Cristo que nos alcanzó la Salvación con precio de su preciosísima Sangre. Amén.



Segundo misterio de Luz
La manifestación de Jesús en las Bodas de Caná

MEDITACIÓN
19 Junio 1999
Vigilia de la fiesta de María de la Consolación

                  Veo a la Virgen María en medio de mucha gente.
                  Lleva un niño en brazos y lo presenta a Jesús para que lo cure, mientras se acerca una madre a quién Ella encomienda a Jesús.
                  A la vez, Ella, descubre el brazo de un hombre y le enseña una llaga maligna.  Es un continuo implorar a Jesús por sus hijos, para ser consolados por la poderosa intercesión de María.
                  Es como si Ella dijese:

                                   “¡Ánimo, no temáis a mi Hijo, es Jesús!”

                  Entonces oigo en mi corazón su Voz incansable:

                                   “Jesús, mira…  Jesús Te ruego…”

OREMOS
                  ¡Gracias, María, Madre de Jesús!, Tú eres siempre nuestro consuelo! Amén.



Tercer misterio de Luz:
La Proclamación del Reino de Dios

MEDITACIÓN
30 Diciembre 1998, en tierra santa

Lago Tiberíades

                  Cuando se hace la travesía por el Lago de Tiberíades, en cierto punto la barca se detiene para poder orar y unirnos, con la lectura del Evangelio a Jesús que tantas veces evangelizó desde aquellas benditas aguas. Yo siento de nuevo el amor de Jesús por este “Mar de Galilea”.
                  Mi espíritu es inundado por una bellísima imagen:  veo una multitud de niños y muchas mujeres.  Los pequeños escapan de la vigilancia de los adultos para acercarse, lo más posible, a la orilla del lago, saltando y agitándose alegres, al ver la llegada de la barca sobre la que viene Jesús con los Apóstoles.
                  ¡Es un vocerío festivo! Es fiesta en torno al lago;  toda la ribera está repleta de gente, ¡no veo ni un espacio vacío!
                  Jesús, sobre la barca, en medio del lago, tiene una mirada circular. No sé como expresarme, pero su mirada abarca los 360º.  Jesús no habla, no dice nada, ¡pero su increíble mirada lo abarca todo! ¡Y mi corazón lo percibe y lo traduce por “Paz”!
                  ¡Esta imagen es, para mí, eterna! ¡Esta multitud representa al mundo entero! Las aguas de este lago representan a la Iglesia, sumergida en el Espíritu Santo, y Jesús, en el centro, gozne del mundo. ¡Amén!

OREMOS
                  María, ayúdanos a acoger el Amor de Jesús que viene a nosotros a través de su Iglesia, a través de la predicación de sus Apóstoles. Amén.



Cuarto misterio de Luz:
La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor

MEDITACIÓN
6 Agosto 2006
Festividad de la Transfiguración del Señor

                  Jesús se presenta majestuoso, altísimo, como un gigante; de hecho su altura no puede compararse con ninguna medida terrenal.
                  Se trata de una altura que no puedo medir en centímetros o con patrones de medida, es una altura que más que definirse físicamente, debe entender en sentido sobrenatural, de otro espacio.
                  Jesús, es bellísimo.  Viste una túnica de color rojo vivo; parece gruesa y de preciosa seda.
                  Sobre la túnica, arremangada a la altura de los codos, lleva una estola de color rojo rubí, de un tejido todavía más grueso.
                  La luz que emana de su Cuerpo inmenso y glorioso, parece  que el rojo de la túnica y del mando sea irreal.  La imagen sigue llenando mis ojos interiores, pero es como si la Santa Misa fuera la que hará comprender y yo… aguardo.
                  Cuando la lectura del Evangelio, como un fogonazo de Luz en la Luz, me llama poderosamente la atención la Palabra que ya es real en mi espíritu.

La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor
                  Sí, ahora lo entiendo.  Jesús transfigurado real y definitivamente en su Resurrección ha querido mostrársenos, a mí y, naturalmente para todos.
                  Aguardémosle de esta manera: más alto que todas las alturas, más vivo que cualquier realidad viviente, más bello que todas las bellezas, más luminoso que la más potente luz, más dulce que todas las dulzuras, más misericordioso en su misma Misericordia.
                  Es suficiente que le alarguemos los brazos para recibir su Realeza que Él, Rey de reyes, nos ofrece…

OREMOS
                  María, ¡haz que nuestro pobre corazón sea transfigurado día a día, por Jesús, a través del milagro de su Transfiguración! Amén



Quinto misterio de Luz:
La institución de la Eucaristía

MEDITACIÓN
6 Octubre 2002

                  No sé cómo, pero me encuentro en el Cenáculo de Jerusalén, al lado de Jesús, al final de la Última Cena, con los Apóstoles.
                  Jesús, solemnemente, parte el pan, pronuncia las palabras de bendición, que conocemos, y lo distribuye entre los Apóstoles diciendo:

                                   “Haced esto en memoria Mía.”

                  Después pone delante de mí un pedacito sobre el mantel blanco y me invita, sin palabras, a que lo tome.
                  A continuación levanta el Cáliz del vino, repitiendo las palabras de la consagración y lo pasaa cada uno de sus Apóstoles.  Después, tomando nuevamente el Cáliz, deja caer, sobre el mantel inmaculado, unas gotas de vino, que ahora es su Sangre.
                  Estoy cada vez más extasiada y fuera de mí; cuando me recobro, tomo el Pan y embebo con él las dos gotas de Sangre Viva de mi Jesús y me lo como…
                  ¡El mantel sigue inmaculado!
                  Entonces Jesús me susurra:

                                   “¡Un Apóstol de la Eucaristía
                                   debe ser Testimonio del Cenáculo!”
                                   Dirás al mundo, 
        que la Eucaristía no es un invento de la Iglesia.
       Dirás, que Yo mismo, vuestro Único Dios
       he instituido este Sacramento.
       ¡Ahora, tú, eres Testimonio de ello!”

                  ¡Oh Señor mío!  ¡Aquí y ahora, místicamente, en el Cenáculo de Jerusalén, recibo, de tu Corazón,  esta certeza. Mi espíritu ha quedado colmado de ella!
                  ¡Todo es eternamente presente!  ¡Jesús está Vivo!

ORACIÓN
                  María, ayúdanos a ser Apóstoles de la Eucaristía, como supiste hacerlo Tú, al darnos a Jesús y dando testimonio de Él al Mundo entero. Amén

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